miércoles, 12 de octubre de 2011

La importancia de la Inteligencia emocional en la educación.

Mucho se habla de la importancia de la educación de nuestros hijos, sobre todo la enseñanza de contenidos académicos como  la matemática, la literatura, la historia, geografía, etc, y es verdad, todos estos son importantes para desenvolvernos en nuestra vida, pero que hay de los conocimientos acerca de nosotros mismos?, de nuestras emociones, nuestras conductas, nuestros pensamientos y sentimientos?
No creen deberían formar parte de la enseñanza tradicional?
Acaso no son estos últimos quienes nos acompañaran en cualquier carrera, proyecto, idea, que queramos emprender?
Estoy convencida, que es de gran importancia  la enseñanza, tanto en escuelas como hogares,  de cada una de nuestras emociones y el control sobre ellas, pues el éxito o fracaso de las personas no dependen exclusivamente de su inteligencia intelectual, sino mas bien de su inteligencia emocional. Podremos tener gran capacidad para el aprendizaje de conocimientos académicos, pero si no tenemos las herramientas necesarias para ponerlas en práctica, de poco sirven la acumulación de datos incorporados durante la escolaridad si no sabemos hacer un uso adecuado de ello.
Quizás hayan escuchado o leído en alguna ocasión,  situaciones en las que “un importante medico”, “un audaz abogado en su campo” y cuantos otros profesionales con altos niveles intelectuales,  que se ven envueltos en absurdas historias. Como el de una médica de los EE.UU. que por su alto grado de inseguridad, y otros factores emocionales, la llevaron a deslizarse por la chimenea de la casa de su prometido, (creyendo que lo encontraría con otra mujer) y quedando atrapada, murió ahogada en el intento. Seguro conoceremos otros casos menos usuales que este pero donde se interpreta lo mismo: Los impulsos y sentimientos descontrolados pueden ganarle a nuestra inteligencia Intelectual y hacernos pasar un momento de estupidez suprema.
La inteligencia intelectual puede resultar victima de estos arrebatos emocionales.

Ahora retomemos la idea principal, el aprendizaje por parte de  nuestros hijos de la razón de ser de nuestras emociones y como hacer que estas no nos jueguen en contra.
Pero para empezar, corresponde antes, hacer un gran esfuerzo y aprehender aquello que luego vamos a transmitir, pues como lograr que otros hagan lo que les digo, sino es por IMITACION? Mostrando un modelo a seguir.
El viejo dicho: “Haz lo que yo digo pero no lo que yo hago”…no funciona. En nuestras mentes y cuerpos quedan gravados con mayor ímpetu, las imágenes que las palabras.
Seguramente se han encontrado repitiéndose a si mismos frases como: “No quiero hacer lo mismo que hacían mis padres porque no resultaba beneficioso para nadie y yo sufría.” Y en cuanto nos descuidamos estamos transitando por el mismo terreno resbaladizo, aquel  que quise evitar con todas las fuerzas. Entonces…lo único que pudimos registrar como resultado es pura CONTRADICCION, entre el hacer y el decir.

Si trasladamos esta idea a la función que tenemos como padres de disciplinar nuestros hijos, podemos pensarlo del siguiente modo:
Si al comportarse nuestros hijos, del modo menos deseado, castigamos con violencia física y verbal, estamos enseñando que ese seria el modo de resolver y cambiar aquello que no nos gusta, aunque les repitamos una y otra vez que la violencia no nos conduce a buen puerto, que la violencia solo trae más violencia, etc. Solo resultara pura contradicción entre lo que hacemos y lo que les transmitimos verbalmente.

Si gritamos exasperadamente, convirtiendo nuestro enojo (como padres) en un berrinche, tal y como nuestros hijos lo hacen, les enseñamos a perder el control fácilmente, a no encontrar el modo de expresar con PALABRAS, el enojo que les cause cualquier frustración. Y en esto me gustaría agregar lo que hoy vemos y oímos cada vez con mayor frecuencia: La violencia sin sentido, sin mediación de la palabra, en escuelas, en la calle, y en todos lados, pues ya no se soporta la diferencia, el pensamiento desigual, y se castiga, se violentan y hasta matan por no encontrar modo racional alguno de expresar el enojo, la discrepancia, la frustración. Esta es otra de las razones por las que las instituciones educativas, además de los padres, deberían formar parte de la enseñanza acerca de las emociones y su control.

Si discutimos con nuestra pareja, delante de los hijos y nos faltamos el respeto entre adultos, aprenderán que ese es un modelo de pareja. (malo o bueno, es un modelo)
Por estos ejemplos y otros tantos, es importante aprender a conocer nuestras emociones y el como adquirir el control sobre ellas.
En otra oportunidad podremos hablar acerca de cada uno de estos.

Para empezar a investigar cuantos sabemos sobre nosotros mismos, preguntémonos:

Como me siento hoy?
A que hechos o pensamientos se debe ese sentimiento?
Puedo modificarlo si no es de mi agrado?
Que técnicas o recursos utilizo para hacerlo?


                                                                                                       Tania D’Andrea
                                                                                                            Psicóloga.